lunes, 7 de noviembre de 2016

Demolición

Desmontando las piezas de un mecanismo fracturado

Demolición : Foto Jake Gyllenhaal

"Demolición" nos presenta una película compleja, ruidosa, metafórica, quizás algo desconcertante, aunque inevitablemente humana.

El director de la aclamada "Dallas Buyers Club" nos trae una nueva historia, en este caso un drama psicológico con tintes de existencialismo.
La película que desde el primer momento se centra en una idea y objetivo claro, nos traslada esta a la acción de una manera precisa, haciendo un manejo de los elementos impecable, gracias sin lugar a dudas a una interpretación memorable como la de Jake Gyllenhaal, quién de nuevo nos regala un personaje lleno de matices y profundidad. Resultaría difícil captar la esencial del film de una manera tan singular y sugerente, sin la ayuda de esta magnífica actuación, acompañada también por un reparto que sobresale de la media habitual.
Aparentemente sorprende que un film tan aséptico, tan frío en apariencia, acabe finalmente tocándonos la fibra sensible y es quizás esta la grandeza del mismo, que sin ser una maravilla o sin resultar tremendamente revelador, es capaz de hacernos sentir empáticos con la misma.
Su principal planteamiento versa sobre el sentido de la vida, en el que quizás somos seres que vagamos de un lado a otro, sumidos en una rutina en la que somos incapaces de observar lo que nos rodea, sumergidos en un ciclo que se repite una y otra vez, donde incluso la improvisación no es más que producto de las posibles casualidades sobre las que estamos acostumbrados a desafiar.
Sin embargo plantea, que una rotura en esa rutina, un daño devastador, que se sale de esas posibles alternativas, puede que sea el que nos haga reaccionar, el que nos haga darnos cuenta de que hemos sido presos de un conjunto de elementos en los que no aparecemos nosotros mismos, sino nuestra sentencia guiada por una normas imposibles de desacatar. Es llegado a ese punto, cuando nos vemos en la necesidad de redescubrirnos, de abrirnos, como si un enorme reloj que deja de funcionar, cuyo complejo mecanismo desconocemos y al que necesitamos abrir. Sentimos entonces, la necesidad de conocer como repararlo y para ello requerimos saber de sus piezas y de su engranaje para poder encontrar la solución al problema. Quizás, es tal el shock que nos produce ese acontecimiento traumático que se sale de lo habitual, que no nos baste con desmontar y volver a montar, sino que necesitamos renovar, romper ese reloj y comprar uno nuevo.
Caminamos entonces en el sendero de la destrucción, del sentir lo que antes no tenía sentido, del detenernos a observar lo que antes parecía que no estaba ahí y de amueblar una mente rota que necesita una cura urgente, sino difícilmente volverá a funcionar. Tras alimentar esas necesidades, puede que llegados a un punto logremos salir del shock, quizás por un detalle de aquellos que en un principio no veíamos y que al final hemos logrado ver, un detalle aparentemente insignificante, pero que es capaz de aflorar en nosotros mismos todos aquellos sentimientos que parecían detenidos y que finalmente acaban por volvernos a ser humanos, volvernos a sentir la verdadera vida. Y si este es el punto final, entonces habremos superado ese dolor inocuo, que nos consumía por dentro sin darnos cuenta, pero que inevitablemente nos estaba desintegrando lentamente.

"Si quieres arreglar algo, debes desarmar todo y descubrir qué es importante"
Lo mejor: La interpretación de su protagonista Jake Gyllenhaal y una historia sencilla pero bien ejecutada. Sus tono irónico encaja mejor de lo esperado en este trágico drama.
Lo peor: A menudo demasiado desdibujada y quizás en otras ocasiones demasiado pretenciosa.

VALORACIÓN: 7/10
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