sábado, 5 de noviembre de 2016

Que Dios nos perdone

Pecados sin perdón

Que Dios nos perdone : Foto Antonio de la Torre, Roberto Álamo

"Que Dios nos perdone" nos presenta un thriller tenso, asfixiante, sobrecogedor, descaradamente gráfico, rodado con pulso y aderezado por unas excelentes interpretaciones.

El largometraje ganador al premio Donostia a mejor guión en el pasado Festival de San Sebastián, llega a nuestras carteleras apoyado por una gran ovación de la crítica, aunque no tanto por el público, debutando en una demasiado discreta séptima posición en el top 10 de estrenos en su primer fin de semana.
Nos encontramos ante una película que si bien, reúne elementos habituales en el género, resulta diferente a otras propuestas de las mismas características. Su director aporta su sello personal, gracias a un par de elementos dirigidos con maestría, capaces de sumergirnos en su atroz historia hasta llegar a un climax final estremecedor.
Uno de sus mayores aciertos es el estudio psicológico de sus personajes. Construidos no como meros objetos de la acción, sino como representaciones de dos personalidades contrarias, peculiares, elaboradas a través de un pasado turbio, en un ambiente de dificultades. Cada uno de ellos ayudan a construir esta historia, gracias a una visión de los mismos, que no se esconde de la realidad, que no recurre a soluciones basadas en lo aparentemente normal o habitual y que saca a la luz las atrocidades humanas y la violencia desmedida. Gracias a un pensamiento alimentado por unas personalidades sumergidas en la miseria, lejos de la apariencia.
La película se inicia de una manera pausada, descubriendo cada una de las claves de su historia, presentando a unos personajes, que encajan con ciertos elementos de la investigación, sospechosos, ásperos, cuyo trabajo parece ser un fondo para curar sus heridas, a pesar de ser inevitable que estallen sus carácteres en los momentos de mayor tensión, desafiando las normas establecidas.
Por otro lado, destacar su sonido y el tratamiento de su imagen y ambientación, donde el director dirige algunas escenas de acción escalofriantes, gracias a una puesta en escena siempre verosímil, capaz de mantener al espectador expectante en su desarrollo. Algunas escenas de la misma, resultan totalmente estremecedoras.
Por último como no, hablar de los actores, en especial al dúo protagonista, poco hay que decir de unas interpretaciones más que meritorias y que perfilan sus personalidades singulares y únicas, sin necesidad de estereotipos o tópicos de género. Sin lugar a dudas, ambas son de las mejores interpretaciones que nos ha regalado este año nuestro cine.
Concluyendo, nos encontramos posiblemente ante el thriller español de la temporada, una película cuya investigación policial sirve de objeto para retratar una sociedad paradójica, donde se exige seguridad sin respeto, donde la apariencia es su mayor baza y en la que la violencia rezuma en las acciones de sus integrantes. Una sociedad enfermiza, ahogada en sus problemas, donde los instintos son resueltos con hipocresía y donde la moneda de cambio usada es la misma que da comienzo al problema. En definitiva, la que de forma triunfante es capaz de celebrar la paz, en un ambiente de terrorífica miseria y violencia, intentando calmar y mantener sujeta la venda y el silencio de las masas.

Lo mejor: Sus protagonistas y una perfecta narración, capaz de sobrecoger al espectador y no soltarlo durante dos horas.
Lo peor: Ciertas resoluciones en la historia son de trazo grueso, quizás irónicas en su contexto, pero a lo sumo poco serias en su resultado.

VALORACIÓN: 7,5/10





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