No dejes de mirar, sus pasos son lentos pero sin descanso.
Nos encontramos ante una película de terror, que se aleja de las fórmulas repetitivas y monótonas que el género hoy en día nos tiene acostumbrados, llenas de efectos de sonido chirriantes, personajes vacíos y guiones aburridos. El terror es un género que abarca muchos aspectos, algunos más físicos y otros más psicológicos, pero todos unidos por el nexo del temor y el miedo.
La película plantea una temática sencilla, aparentemente un poco absurda descrita como tal, pero con un trasfondo aterrador, que de alguna manera hace un guiño a las relaciones sexuales de riesgo en adolescentes y el posible contagio de enfermedades (ETS).
Comenzando con un prólogo potente, lleno de incertidumbre y nerviosismo, asistimos a la película con una tensión creciente, en la que lo desconocido nos atemoriza, pero que al mismo tiempo nos hace querer saber más. La curiosidad nos inunda y la tensión creciente se hace palpable, gracias al uso de una impresionante banda sonora de suspense, que retumba en nuestros oídos y nos acelera el pulso.
El mayor acierto de la película se encuentra en su atmósfera y su estilo novedoso. Los planos empleados por su director, sus perspectivas sugerentes y el uso de la primera persona, nos hacen partícipes de los detalles y nos aturden buscando una figura entre los árboles que camine hacia nosotros. Esto junto con un cierto desarrollo impredecible, abstracto, ambiguo y desconcertante, permite que su narración fluya como si de una persecución se tratase.
En su metraje se palpa un cierto homenaje al cine de terror antiguo, en el que los efectos especiales no eran necesarios y la tecnología no invadía los modos de entretenimiento de los jóvenes.
Los actores de la película cumplen con su papel, especialmente la joven protagonista, aunque en mi opinión le falta un poco de garra en algunas escenas que requerían más expresividad.
La película se quiere alejar de los típicos clichés, utilizando escenas resueltas de una manera diferente, sin embargo, a veces cae en sus propias redes y construye secuencias con la intención de dar un resultado más satisfactorio para el público, que se pierde entre tanta rareza, y menos cercano al cine experimental que plantea. No son necesarias demasiadas explicaciones para esta pesadilla, que como tal, la imaginación es la que dicta sus pasos, reafirmando que lo desconocido nos asusta por su propia condición de incertidumbre, de no saber qué ni porqué.
En esta se entremezclan personificaciones del terror que se alejan de las típicas "caras feas" y que se acercan a un miedo más psicológico y personalizado, aquel que forma parte de las vidas de los que son acechados y que se acerca más a la traumática realidad que a la ficción.
De fondo de la historia aparece el tema del sexo, los desnudos, la pornografía y todo un mundo de descubrimiento para los adolescentes en esa etapa de su vida.
Finalmente la película termina funcionando como una experiencia con estilo, bien dirigida y con un buen resultado, pero que no termina calando hondo en su reflexión de aquello que nos persigue y que resuelve de manera muy poco elaborada en su tramo final. Al menos, se puede decir que la secuencia final termina dejándonos esa sensación de temor que durante toda la película persigue.
Mucho se ha hablado de esta, y muy buena ha sido su acogida, pero seamos francos, reinventar hoy en día es algo positivo, sin embargo, no significa que por el mero hecho de ser diferente tenga que ser elevada como la película más terrorífica u otros calificativos que en mi opinión sobreevaluan la obra.
Si algo podemos decir, es que esa noche todos miraremos en algún momento hacia atrás para ver si ese ser que no siente, ni piensa, está detrás de nosotros.
Lo mejor: Una propuesta original, bien dirigida y ambientada.
Lo peor: No trasciende más allá, es interesante, pero no siempre da resultado y su tramo final exige más a una historia que termina desgastándose por su propio planteamiento.
VALORACIÓN: 6.5/10